¡Hola! Hoy quiero compartir con ustedes otra de las novelas que guardo con especial cariño en mi biblioteca: “El premio eres tú”, de Madeleine Ker, publicada en 1988. En mi caso, tengo la edición de Harmex, donde aparece con el título “El premio: una mujer”.
Dato curioso: Madeleine Ker es el seudónimo utilizado por el escritor Marius Gabriel. ¡Yo descubrí que el autor era hombre muchos años después! (No es el único caso de autores masculinos que publicaron en Harlequin bajo un nombre femenino).
Recuerdo perfectamente el momento en que compré esta novela durante unas vacaciones en la playa y la sorpresa al descubrir que la protagonista llevaba mi mismo nombre.
La historia sigue a Lili Bergman, una joven modelo recién comprometida con Martin Petrov, un piloto de carreras. Apenas seis horas después de anunciarle la noticia a su primo Daniel Valais, ambos reciben una invitación para pasar unos días en L’Hermitage, la mansión de Daniel, antes de la carrera de Le Mans.
A lo largo de su estadía, Lili comienza a notar que Daniel no aprueba su compromiso con Martin. Las conversaciones entre ellos revelan la opinión que él tiene de su primo: su falta de responsabilidad, su inmadurez y su incapacidad para sostener el interés en una actividad durante mucho tiempo.
Y, a la vez, las miradas, los besos y las caricias de Daniel despiertan en Lili dudas sobre su relación con Martin, quien poco a poco comienza a mostrar una faceta menos encantadora. ¿Qué ocurrirá cuando Lili descubra la verdadera razón por la cual Daniel se opone a ese compromiso?
💖 ¿Qué me gusta de esta historia?
La trama de dos hombres completamente distintos interesados en la misma mujer, y el dilema emocional que enfrenta Lili cuando empieza a ver a su prometido con otros ojos. Daniel no esconde sus sentimientos y está decidido a que Lili reconozca que también lo desea… y que lo ama.
📖 Y, como siempre, les comparto un breve fragmento de la novela:
La tormenta comenzó a la una de la mañana. Entre sueños, oyó el estruendo de los relámpagos y el ruido de la lluvia por más de media hora y parecía que nunca escampara. El sonido que hizo la ventana al abrirse por el embate del viento, la despertó sobresaltada.
Las cortinas estaban mojadas y se azotaban con fuerza contra el techo. Lili encendió la lámpara de mesa y saltó de la cama, temblando de frío, vestida en un delgado camisón. Había soñado que viajaba en un barco, cuyo capitán tenía la misma mirada de Daniel. Todavía sonreía de su fantasía cuando trató de sujetar las cortinas en una esquina de la ventana.
Un relámpago iluminó, de repente, la oscuridad del paisaje y el ruido fue tan fuerte que cimbró la casa, al mismo tiempo que la lámpara se apagaba.
El cuarto se sumió en la oscuridad, y Lili empezó a sentir miedo. Buscó con la mano el interruptor de la luz, pero fue inútil. El relámpago debió averiar la estación eléctrica cercana.
-¡Maldición! - exclamó, tratando de combatir el pánico irracional que experimentaba.
Tronó otro relámpago muy cerca de la casa y era evidente que el centro de la tormenta estaba encima de L’Hermitage. Se puso la bata sobre los hombros y salió corriendo al pasillo. Todo estaba oscuro.
-¿Hola?- su voz parecía infantil -. ¿Hay alguien por ahí?
-¿Lili? ¿Estás bien?- para su tranquilidad, reconoció la voz de Martin.
-El viento abrió la ventana de mi cuarto - la joven temblaba de frío -. Y se cortó la electricidad.
-Habla más bajo o despertarás a todos. Las fallas eléctricas son frecuentes aquí - las manos eran fuertes y cálidas.
-No encontré una vela - lo guió hacia su habitación y se sentó en la orilla de la cama mientras él arreglaba la cortina y cerraba la ventana.
-Ya está.
-Gracias a Dios que viniste - murmuró con un suspiro. Se puso de pie y se acercó a él en la oscuridad -, tu primo quiere mantenernos separados, por alguna razón - reclinó la cabeza en el pecho masculino -. Debe imaginarse que somos un par de amantes apasionados.
-Es probable - sentía el tibio aliento del hombre en su cuello -. Tienes un aroma muy agradable.
-Y yo que creí que no te gustaban los perfumes -comentó ella divertida. El miedo empezaba a esfumarse y había algo excitante en aquella oscuridad. Nunca había estado en contacto tan íntimo con Martin -. ¿Te das cuenta que nunca compartimos una habitación? -preguntó-. Empiezo a pensar que me gustaría - levantó el rostro buscando los labios masculinos.
-¿Y mi primo el dictador? - preguntó con suavidad.
-Daniel debe de estar dormido, soñando con su riqueza - Lili sonrió -. De cualquier manera, esto no tiene por qué afectarle - siempre era ella la que se resistía a los intentos de seducción de su novio, pero aquella noche, había algo exótico en el ambiente que la excitaba. Acarició a aquel hombre por los músculos de los brazos y hombros -. A propósito, soñaba con tu primo cuando desperté.
-¿De verdad? -la manera en que lo expresó, la hizo estremecer-. ¿Qué clase de sueño?
-Uno bonito. ¿No vas a abrazarme? -lo invitó-. No sería muy correcto que yo lo hiciera primero.
Era una extraña sensación la que la obligaba a apretarse contra el varonil cuerpo, presionando con los senos el fuerte pecho masculino.
La reacción no se hizo esperar- Ella nunca había sentido tanto deseo, ni tanta pasión en un beso de Martin. Las piernas de la chica flaqueaban mientras las manos del hombre le revolvían el cabello y bajaban con suavidad hacia la curva del cuello femenino. La lengua invadía la boca de Lili con tanta experiencia, que de momento, dudó estar en brazos de Martin. ¡No podía ser! Estaba tan asustada cuando lo encontró, que no se dio cuenta de la estatura y del tono de voz.
-¡Daniel! -luchó por apartarse de él, con la sangre corriendo por las venas como si fuera hierro fundido -. ¡Eres tú!
Una risa burlona se escuchó en la oscuridad.
-Oui, je regrette beacuop, chérie. C’est moi.
-¿Cómo te atreves?- por fortuna la oscuridad no dejaba ver el rubor de su cara -. ¡Te aprovechaste de mí, con deliberación!
-Me declaro culpable - parecía que él podía ver en la oscuridad. Le acarició la mejilla -. Pero eras una dama atemorizada, ¿no recuerdas? No pude negarte consuelo. Hubiera sido muy poco caballeroso de mi parte.
-¡Caballeroso!- temblaba iracunda. No le gustaba que la trataran como a una tonta -. ¿Hasta dónde hubieras llegado?
-Tan lejos como cualquier caballero - de nuevo la besaba, pero esta vez ella percibía la sonrisa en su boca -. Vamos, ma petite, no lo tomes tan en serio. Cuando me di cuenta de que me confundías con Martin, sólo quise abrazarte, como tú lo pediste, y dejarte dormidas de nuevo.
-¡No quiero discutir con un hombre que se vale de la oscuridad, Daniel! Gracias por cerrar la ventana. Ahora, quisiera acostarme -el tono de voz era frío en apariencia.
Se metió en la cama y tiró de las sábanas hasta su barbilla. Se sentía humillada por haber besado apasionada al hombre equivocado.
Daniel le apartó el cabello de la frente, con una suave caricia. Alcanzaba a oír el tono de diversión en su voz profunda. ¿Cómo pudo confundirlo? -. Estoy seguro de que volverás a tener dulces sueños. Bonne nuit, Lili - el beso de despedida fue tan suave como una pluma. La joven apretó las sábanas entre las manos, mientras lo escuchaba acercarse a la puerta de salida -. Mi primo es un hombre afortunado - murmuró -. Lo envidio.




